La dermatología pediátrica es un campo apasionante con importantes novedades en cuanto al manejo, diagnóstico y tratamiento de las diferentes patologías dermatológicas.
Quizá la novedad terapéutica más importante que ha tenido lugar en los últimos años haya sido la introducción del propranolol (una medicación que desde hacía muchos años se llevaba usando para tratar problemas cardiológicos) en el tratamiento de los hemangiomas infantiles, tumores benignos muy frecuentes que debutan poco tiempo tras el nacimiento, pero que cuando están fundamentalmente localizados en la región facial pueden provocar ciertas complicaciones como por ejemplo la ptosis palpebral (para aquellos localizados en zona ocular), entre otras. Progresivamente van saliendo nuevas publicaciones con nuevos datos que van permitiendo definir cada vez mejor las dosis, duración del tratamiento o efectos adversos asociados. Otra patología muy frecuente en nuestras consultas ambulatorias es sin duda la dermatitis atópica, siendo fundamental para realizar un buen manejo de la misma un consenso entre los diferentes especialistas que habitualmente la tratamos, como pediatras, dermatólogos y alergólogos.
Recientemente han sido publicadas unas guías en la prestigiosa revista Journal of the American Academy of Dermatology, donde se abordan temas prácticos de la vida cotidiana de un paciente atópico como la frecuencia y duración del baño o la necesidad diaria de emolientes, así como los criterios de realización de estudios alergológicos o los tratamientos utilizados según la severidad de la misma. En este sentido, de la misma manera que en la psoriasis severa infantil ya se emplean tratamientos contra dianas moleculares específicas -denominados tratamientos "biológicos"-, como etanercept, adalimumab o secukinumab (éste último en ensayo clínico en este momento), en la dermatitis atópica severa refractaria a otros tratamientos sistémicos ya se empiezan a perfilar tratamientos específicos como el dupilumab.
Mejorar el diagnóstico
También son múltiples los avances en diagnóstico dentro de la dermatología pediátrica. Si hablamos de la patología melanocítica infantil (nevusmelanocíticos congénitos o adquiridos, nevo de Spitz / Reed, entre otros), cada vez existen más técnicas que permiten una mejor caracterización de las diversas lesiones, permitiendo definir mejor la benignidad o malignidad de las mismas, y la conducta a seguir: hablamos fundamentalmente de la CGH (comparativegenomichybridization) y FISH (fluorescence in situ hybridization). Si hablamos de las diferentes genodermatosis (enfermedades cutáneas de carácter genético) resulta no menos impresionante el ritmo tan trepidante al que continuamente se van describiendo nuevos genes responsables de muchas de ellas. Desde que se completó el proyecto del genoma humano en el año 2003, hemos asistido a una explosión de descubrimientos que han ido desenmascarando la base genética de algunas enfermedades. En una charla del Congreso Americano de Dermatología celebrado en Denver el año pasado, un ponente llegó a decir incluso que parecía que todo menos los traumatismos era genético. Más allá de secuenciar el genoma e identificar las bases genéticas de ciertas enfermedades, los test genéticos sirven para investigar la predisposición a enfermedades multifactoriales complejas, las mejores opciones de tratamiento para un individuo, así como la respuesta a intervenciones farmacogenéticasconcretas. La NGS (nextgenerationsequencing) es una de las técnicas que ha contribuido a este progreso, al permitir secuenciar millones de pares de bases en 12 horas, mientras que las técnicas de secuenciación convencionales sólo secuencian 50.000 pares de bases en 12 horas. No obstante, también hay que tener en cuenta los límites éticos;por ejemplo, ¿qué hacer con toda la información incidental encontrada, cuando estás buscando una cuestión clínica en particular? ¿dependería de si pudiéramos cambiar algo con estratategias de prevención o tratamiento? Estas y otras cuestiones deberán dirimirse en un futuro no muy lejano.
Por último, a nivel tecnológico también hemos asistido a la incorporación de diferentes métodos diagnósticos a nuestra práctica habitual, como la dermatoscopia (técnica en la que mediante un instrumento denominado dermatoscopio se pueden amplificar las lesiones para un mejor estudio de las mismas) o la ecografía cutánea, que aportan gran cantidad de información en el mismo momento de la consulta y permiten definir mejor la conducta a seguir. Ofrecen además la gran ventaja que ambos son totalmente indoloros para el niño, algo que particularmente en esta edad resulta especialmente útil, pues permiten su realización en el mismo momento de la consulta, sin necesidad de analgesia y/o sedación adicional.