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Vargas Llosa y Savater dialogaron sobre las coincidencias y divergencias de sus vidas e ideas
Humanidades Publicado el 31/05/2018
La conversación fue moderada por José Lázaro (codirector, con Enrique Baca, del Instituto Deliberar, que organiza estos Encuentros en colaboración con la Fundación Ramón Areces).
El escritor Mario Vargas Llosa y el filósofo Fernando Savater revisaron en un diálogo de dos horas, celebrado ayer en la Fundación Ramón Areces la relación de amistad que les une, las muchas cosas que tienen en común y los temas sobre los que están en cordial desacuerdo. La conversación fue moderada por José Lázaro (codirector, con Enrique Baca, del Instituto Deliberar, que organiza estos Encuentros en colaboración con la Fundación Ramón Areces).
"Quiero expresar aquí la gran admiración que tengo por Fernando -dijo Vargas Llosa-, creo que encarna lo que es un intelectual responsable". Savater respondió a los paralelismos que resaltaba Lázaro bromeando sobre la diferencia: "Si yo canto en la ducha y también lo hace Plácido Domingo, eso no implica que yo cante como Plácido Domingo".
Lo que el moderador esperaba que fuese la principal diferencia entre ellos -la apuesta por la política liberal de Vargas Llosa y por la socialdemócrata de Savater- dio lugar a reflexiones en las que resaltaron más los aspectos comunes de ambos modelos económicos que sus diferencias. Menos acuerdo hubo sobre el uso personal de drogas como medio para ampliar los límites de la conciencia y explorar los paraísos artificiales, que Savater admite con mucha prudencia y de forma selectiva, pero que Vargas Llosa rechaza enérgicamente desde que una mala experiencia adolescente con un "jalón de cocaína" le dejó definitivamente vacunado. Los paraísos artificiales que ambos defienden y cultivan son los de la literatura o la música.
Volvió el acuerdo al hablar del erotismo, que para Vargas Llosa es la versión civilizada y humana de la sexualidad animal, mientras que Savater lo describió como la forma poética del sexo, muy estimable siempre que no se confunda con el amor, que es algo de un nivel claramente superior.
Cuando Lázaro recordó que la policía franquista catalogó a Savater como "anarquista moderado", Vargas Llosa comentó que el anarquismo es imposible de llevar a la práctica, pero es un sueño muy seductor para quien, como él, se considera individualista.
La última parte del diálogo revisó sus trayectorias biográficas, ambas marcadas por una toma de conciencia a los treinta años, que les hizo pasar del marxismo revolucionario (Vargas Llosa) o la rebeldía ácrata (Savater) a la defensa de la democracia y la libertad. El desengaño de la revolución cubana, en uno, y el riesgo evidenciado por el 23-F, en otro, les llevó a ambos hacia una visión del mundo más realista y más madura. Cambiaron de opinión sobre los medios, pero no sobre el fin último: avanzar hacia una sociedad más justa, más próspera y más libre.
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