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“Igual hay vida en otro planeta, pero no como la nuestra”

Life and Matter Sciences Published on 10/15/2021

Los Premios Nobel de Física 2019, Michel Mayor y Didier Queloz, descubridores en 1995 del primer exoplaneta, confían en hallar alguna forma de vida en algunos de los 4.000 sistemas planetarios registrados.

Madrid. 15 de octubre de 2021. “Igual hay vida en otro planeta, pero quizá no como la nuestra, sino basada en otros principios o elementos químicos”. Es la tesis que manejan Michel Mayor (Lausanne, 1942) y Didier Queloz (Ginebra, 1966), ganadores en 2019 del Premio Nobel de Física por el descubrimiento del primer exoplaneta alrededor de una estrella similar a nuestro sol. Un exoplaneta de una galaxia lejana que orbita alrededor de otra estrella. Desde su hallazgo conjunto, en 1995, de ’51 Pegasi b’, como le llamaron, se han descubierto más de 4.000 sistemas planetarios, ampliando notablemente el conocimiento del universo. Mayor y Queloz han acudido a la Fundación Ramón Areces para participar en una sesión científica organizada en colaboración con la Real Academia de Ciencias y el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA).

Michel Mayor, profesor emérito de la Universidad de Ginebra, ha recordado cómo hasta los años 50 del siglo XX se pensaba que en la Vía Láctea solo se encontraba nuestro sistema solar y ahora ya son más de 4.000 los sistemas detectados. “¿Cuántos planetas puede contener la vía Láctea?”, se ha preguntado. “El descubrimiento de ‘51 Pegasi b’ fue totalmente inesperado y desde entonces hemos conseguido no solo detectar una amplia diversidad de exoplanetas, sino también descubrir que son muy heterogéneos en su composición, en su masa, en su tamaño, en sus atmósferas...” En su intervención, ha querido recordar la valiosa contribución del telescopio Galileo en el observatorio de la isla de La Palma y su papel en la misión espacial Kepler para detectar nuevos planetas en el cosmos. “Pero todo esto es solo el primer paso en la comprensión física de la composición de los sistemas planetarios que podemos encontrar en el universo”, ha aclarado.

Michel Mayor tiene las esperanzas puestas en la próxima construcción, en el desierto de Atacama en Chile, del ELT (por sus siglas en inglés de Telescopio Extremadamente Grande) que entrará en funcionamiento en el año 2026

“Hoy tenemos muchas oportunidades de medir la composición química de estos planetas y estos avances nos van a permitir analizar la estructura de objetos cada vez más pequeños para poder responder si existe vida más allá, en alguno de estos exoplanetas”. Michel Mayor tiene las esperanzas puestas en la próxima construcción, en el desierto de Atacama en Chile, del ELT (por sus siglas en inglés de Telescopio Extremadamente Grande) que entrará en funcionamiento en el año 2026. “Este telescopio de 39 metros de diámetro nos permitirá medir mejor la composición química en esos planetas tan lejanos al nuestro para investigar si hay posibilidad de detectar alguna forma de vida en ellos”, ha adelantado.

Por su parte, Didier Queloz, actualmente profesor de Física en la Universidad de Cambridge, quien descubrió con Mayor el ‘51 Pegasi b’ cuando este le dirigía su tesis doctoral, coincide en que la gran pregunta aún por responder es cuál es el origen y la prevalencia de la vida. “En los últimos 10 años se han duplicado los descubrimientos de exoplanetas gracias a las misiones de exploración espacial. Estamos encontrando una diversidad enorme de ellos y el próximo paso es entender si pudiera haber vida en alguno de ellos. Para ello, no tenemos que fijarnos solo en la composición química que hace posible la vida en nuestro planeta, sino pensar en otras fórmulas posibles, que den lugar a otras formas de vida distinta a la nuestra. Es un proyecto muy difícil porque no tenemos una manera de entender que haya vida. No es imposible que encontremos un planeta con una atmósfera cuya composición sea idéntica a la de la Tierra, pero vista la diversidad de la composición de todos esos exoplanetas, no deberíamos apostar mucho a esa posibilidad de encontrar una copia exacta”, ha aclarado. Y como ejemplo de esa amplia diversidad en composición y estructura, ha recordado cómo el vecino Marte es tan diferente al nuestro que no cuenta con placas tectónicas.

Ha añadido Queloz que, si queremos entender los inicios de la vida en un planeta, tenemos que entender el planeta realmente bien. “Nunca podremos decir con seguridad que hay vida en otro planeta. Tenemos millones y millones de estrellas y para avanzar en esas investigaciones debemos redefinir lo que consideramos vida”. Ha recordado en este punto de su intervención en la Fundación Ramón Areces que la propia Tierra ha modificado la composición de la atmósfera a lo largo del tiempo y también se ha referido a los 20 tipos de aminoácidos registrados, “pero también podrían ser más, o directamente que las composiciones químicas que permitan la vida en otro planeta puedan ser otras…” Se ha referido de nuevo a Marte y, con una imagen de su superficie en la que se intuye el curso de un río, ha lanzado una última hipótesis: “Igual dentro de mil millones de años en la Tierra tampoco queda evidencia alguna de que haya existido vida”.

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