¿Qué pensarían los habitantes de finales del siglo XIX si hubieran podido llegar a conocer que los ciudadanos de principios del siglo XXI iban a alcanzar los 80 años de vida en prácticamente buenas condiciones cuando ellos a duras penas llegaban a los 40 años? Sin duda alguna hubieran pensado que estaban cerca de la ciencia ficción, de manera similar a como nosotros pensamos ahora que el Santo Grial es una quimera.
Pero volviendo a la situación de principios del siglo XXI, las instituciones internacionales y los bancos de datos nos saturan con análisis de prospección con respecto a las consecuencias que tendrá el envejecimiento de la población como resultado de dos fenómenos: el descenso de la natalidad y el aumento de la vida media.
En el siglo XIX, muy pocos llegaban a la edad de jubilación. Sin embargo, ahora, cualquier jubilado a los 65 años tiene una expectativa de vida, con buena calidad, de al menos 15 años. La esperanza media de vida está aumentando en los países occidentales con una tasa de 2,5 años por década, es decir, 25 años por siglo.
Y a esto se ha llegado gracias a varios descubrimientos científicos entre los que hay que citar a los antibióticos, las vacunas y las mejoras de la salud pública. Hoy en día las causas más importantes de mortalidad ya no son los agentes infecciosos sino los problemas cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas, sin olvidar las enfermedades que se producen debido a alteraciones de los genes. Como estas enfermedades aparecen fundamentalmente como consecuencia del envejecimiento, si somos capaces de retrasarlo también habremos retrasado la aparición de estas enfermedades, que solo son consecuencia del proceso de envejecimiento de las células, lo que significa que tienen su origen en una causa biológica. Detener o retrasar el proceso de envejecimiento celular es la llave para alargar la etapa de juventud y retrasar la aparición de cánceres, infartos o problemas neurológicos, todos ellos con factores comunes entre sí. El problema es muy complejo pero científicamente abordable. De hecho, son muchas las instituciones y los científicos que están intentando resolverlo. Cuando se logre entender el proceso celular que conduce a estas enfermedades habrá soluciones para atajarlas.
La idea central es retrasar el envejecimiento, y que cuando éste llegue no se prolongue la vida. El envejecimiento no sólo es consecuencia del paso del tiempo, sino que existen otros factores tanto genéticos como ambientales. La esperanza de vida de distintos seres vivos es muy diferente pese a estar todos ellos compuestos por proteínas, azúcares, grasas y ácidos nucléicos. La diferencia es que tienen distintos genes. La investigación biológica de vanguardia está haciendo un gran esfuerzo para descifrar el lenguaje de los genes que son moléculas químicas cuya actividad y sus efectos pueden modularse con otras moléculas químicas o posibles fármacos. Y son muchas las líneas de investigación que convergen y estudian los posibles fármacos que podrían retrasar el envejecimiento. Son varias las dianas a las que van dirigidas estos estudios. Las empresas biotecnológicas y los candidatos a fármacos para realizar ensayos clínicos cada vez son más importantes sin olvidar las instituciones públicas que también investigan estos aspectos donde los procesos biológicos fundamentales confluyen en líneas de investigación sobre cáncer, trastornos cardiovasculares y enfermedades neurodegenerativas, todas ellas enfermedades de la edad, consecuencia del envejecimiento, y donde su objetivo es retrasarlo. Es el Santo Grial del siglo XXI. Hoy en día se sabe que los mismos factores que producen un infarto están implicados en la demencia senil y el alzhéimer, pero todavía no se entiende, por lo que se tiene que seguir investigando. Cuando se entienda el problema la solución será inmediata porque los científicos podrán armar su puzzle.
El envejecimiento va asociado con múltiples enfermedades y discapacidades, y el cáncer es una de ellas siendo de las principales causas de morbilidad y mortalidad en el mundo entero. De acuerdo con el Informe Mundial sobre el cáncer (IARC), en 2012 se contabilizaron 14,1 millones de nuevos casos en todo el mundo, originando 8,2 millones de muertes. Peor aún, las previsiones apuntan a un aumento significativo en el número de casos anuales hasta más de 20 millones de nuevos enfermos en 2020, debido principalmente al envejecimiento de la población mundial.
Los tipos de cáncer más comunes difieren entre hombres y mujeres, siendo más frecuentes los de pulmón, próstata, colon y recto, estómago e hígado en los primeros y mama, colon y recto, pulmón, cuello uterino y estómago en las segundas. Pero en todos los casos se observa un aumento de la probabilidad de enfermar de cáncer a medida que se envejece. El envejecimiento y el incremento de los casos de cáncer corren en paralelo y en aumento espectacular.
Las causas de esta correlación entre envejecimiento y cáncer se relacionan con el aumento de mutaciones acumuladas a lo largo del ciclo vital, que conducen a una mayor inestabilidad genética como consecuencia de un mayor número de fallos en el ADN, acortamiento progresivo de los telómeros al ir aumentando el número de divisiones que ha experimentado una célula desde la fase embrionaria, alteraciones metabólicas, así como al debilitamiento del sistema inmune responsable de eliminar las células cancerosas en sus fases incipientes, entre otras causas.
Pero el cáncer no solo es consecuencia del envejecimiento. Baste señalar que un niño muere de cáncer cada 3 minutos en el mundo. Por suerte, más de la mitad de los cánceres infantiles se curan con los tratamientos actuales, pero las tasas varían mucho en función del tipo de cáncer y de factores tales como la infraestructura del sistema sanitario del país, la cultura médica y las condiciones socio-económicas.
Los aspectos económicos que rodean este problema socio-sanitario son asimismo de primordial importancia, siendo el coste promedio del cáncer en España de más de 5000 millones de euros al año, suponiendo más del 5% del gasto sanitario y un 7% del gasto farmacéutico. Por lo que toda acción encaminada a la mejora en la eficacia terapéutica, aumento de esperanza de vida de los pacientes afectados, así como en la disminución de los costes, debe ser seriamente considerada.
En esta jornada de la Fundación Ramón Areces, se tratará el estado actual de este tipo de patologías desde el punto de vista clínico, los descubrimientos más relevantes en cuanto a su causa, biología y evolución desde el punto de vista científico y por último, las estrategias de desarrollo de nuevas terapias que se llevan a cabo en los centros de investigación de las empresas farmacéuticas.
