La presencia de mujeres en la profesión económica continúa lejos de la paridad. Además, la evolución positiva que se venía produciendo desde los años 70 parece haberse frenado en la última década. En el caso de la banca central, el menor acceso de mujeres a los puestos de responsabilidad es particularmente llamativo.

Entender los motivos por los que, a pesar de poner en marcha políticas de diversidad, la cúpula de instituciones como el Banco Central Europeo (BCE) sigue siendo mayoritariamente masculina propició la investigación de Laura Hospido (Banco de España), junto con Luc Laeven y Ana Lamo (ambos del BCE). Analizando datos anónimos de las carreras profesionales del personal del BCE, el estudio encontró que teniendo en cuenta las diferencias en sus características individuales, antes de 2011 la probabilidad anual de promoción para las mujeres era un 3% menor que la de hombres comparables.

Desde 2011, momento en el que se puso en marcha un cambio decidido en la cultura corporativa de la institución, la brecha de género en promoción pareció desaparecer.  Sin embargo, ese efecto nulo se debió en realidad a dos efectos opuestos que se contrarrestan: (i) por un lado, una brecha de género en solicitudes para promocionar negativa (es decir, las mujeres se presentan en menor medida a los procesos de promoción reglados del BCE que sus compañeros hombres), y (ii) una brecha de género en promoción positiva entre los aspirantes que terminan presentándose (es decir, las candidatas tenían una mayor probabilidad de ganar la promoción que candidatos hombres similares en características relevantes en el proceso). No se trata, sin embargo, de discriminación positiva ya que, después de la promoción, las mujeres promocionadas muestran un desempeño mejor que sus contrincantes hombres. La repercusión de este estudio fue tal que en la actualidad se están replicando análisis similares en otros bancos centrales (como el de España y Portugal) y en multitud de organismos públicos y empresas privadas.