El trabajo de cinco grupos internacionales organizados por la Comisión Europea dio como resultado la publicación en 2004 de Soil Thematic Strategy que ofreció en su momento una panorámica de los principales procesos de degradación que afectan al suelo: la degradación por erosión que lleva a tener que analizar las presiones y causas que desencadenan los procesos, los impactos, las medidas para su control, las políticas y opciones para su prevención, y el monitoreo. Análogamente se estudiaron las funciones de la materia orgánica y la biodiversidad, la contaminación y la gestión del territorio, el sellado del territorio por medio de infraestructuras y edificaciones así como la salinización de los perímetros de regadío, entre otros procesos.
Partiendo de la visión general que ofrece este planteamiento, cabe profundizar en aspectos específicos. Entre ellos, se encuentra el control climático ejercido sobre los procesos edáficos que determina en gran medida la distribución de los suelos. Determinados suelos, los orgánicos en especial, muestran una fuerte sensibilidad a las variaciones climáticas. La relación es tan estrecha, que el análisis de las propiedades edáficas permite reconstruir los climas del Pleistoceno-Holoceno con un nivel de detalle comparable al de otros archivos ambientales. Por otro lado, mediante un modelado reverso, la señal climática puede emplearse para investigar sobre el papel del clima en el control del ciclo de determinados elementos químicos de interés medioambiental, como el mercurio.
El conocimiento de la distribución de los suelos ha sido objeto de interés desde finales del siglo XIX con dos enfoques diferentes atendiendo a los objetivos y, por consiguiente, a la escala de trabajo. Los organismos internacionales han abordado la distribución a escala planetaria y continental con un interés científico claro. Por contra, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) se propuso desde el primer momento (1896) dar respuestas a los agricultores, por lo que la información de suelos se obtuvo por medio de levantamientos que permitiesen una representación en mapas de escala detallada, es decir 1.22.000. El Natural Resources Conservation Service (NRCS) del USDA es el organismo que actualmente tiene la responsabilidad de mantener al día esta información incorporando los avances científicos en Ciencia del suelo. Si a principios del siglo XX el objetivo al utilizar información de suelos era aumentar la producción de los cultivos, en la década de los años 1930 con el Dust Bowl se utilizó para planificar la conservación de suelos. En la actualidad, para los planificadores avanzados la información de suelos es la base de la gestión territorial, en especial de áreas periurbanas, al valorar el papel de la agricultura de estas áreas, y del desarrollo sostenible. La experiencia adquirida en la creación y uso de bases de datos georreferenciados de suelos a diversas escalas, con una cobertura nacional, constituyen en sí mismos una guía para otros países que deben afrontar, de manera más aguda que nunca, los desafíos de la seguridad alimentaria, el mantenimiento de la biodiversidad y la adaptación al cambio climático.
El impacto del cambio climático y la gestión del suelo sobre las características de éste y su calidad son aspectos que son objeto de una atención creciente en los últimos años. Ello es así porque se considera que la mayoría de propiedades del suelo cambiarán significativamente en respuesta a diversos aspectos del cambio climático. No obstante, se ha puesto en evidencia que la gestión de los suelos puede causar potencialmente efectos mucho mayores sobre los rasgos y calidad de los suelos. El estudio del impacto de las posibles interacciones entre el clima y las variaciones de manejo en diferentes sistemas de cultivo, especialmente en el caso de suelos y ambientes mediterráneos, pone de manifiesto que controlan importantes funciones del ecosistema del suelo, tales como emisiones GHG, acumulación o descomposición de carbono orgánico, y flujos de agua y sedimentos.
