Muy posiblemente, una de las escasas certezas del tiempo que atravesamos es la constatación de estar en un momento de cambio. Cambio en buena medida obligado por una crisis económica de intensidad desconocida, que encierra en su seno interrogantes energéticos, políticos y de seguridad en sus más diversas facetas, desde el combate internacional contra el crimen organizado a las incertidumbres de la seguridad alimentaria. Pero cambio, también, por la emergencia de una sociedad multipolar, con creciente presencia de actores no estatales (empresas, organizaciones internacionales, esquemas de integración supranacional, universidades, entes subestatales, sindicatos, fundaciones) y de unas redes sociales que, como ya estamos viendo en ambas orillas del Mediterráneo, influirán decisivamente en la configuración del mundo del futuro.

En este mundo complejo, ¿cuál es el lugar de los valores? Es en tiempos de crisis es donde más valor tiene la conducta ética en el interior de los gobiernos, las empresas y los organismos internacionales; son épocas donde se requieren decisiones acertadas, respuestas responsables y análisis consientes.

La ética es más que un carácter o una costumbre, en nuestra existencia ha tomado forma de categoría política. Guarda relación íntima con cuestiones tan universales como derechos humanos, gobernabilidad, libertad e igualdad, entre otros. Los movimientos sociales que se organizan en Internet son producto de grupos sociales con tonos críticos. Son vectores consistentes, pacíficos y, por tanto, legítimos. Se trata de personas que a través de la ventana a la que tienen acceso se expresan y buscan inspirar a los demás, distribuir la información para generar debates, críticas y propuestas. La crisis económica actual, es el resultado de una vigilancia no realizada al sistema financiero internacional. Alguien no realizó su tarea, alguien no cumplió con su función ética de asegurar que las reglas fuesen cumplidas. Se especuló, se fracasó en esas burbujas y nació la mayor depresión financiera que hemos visto. De ahí la importancia de la ética en los negocios.

El gobierno corporativo es otro contexto donde se debe promover la ética como un factor decisivo por los múltiples aspectos que tocan a los intereses sociales: la seguridad industrial, la protección del empleo, la responsabilidad empresarial. Las empresas son las creadoras del empleo, y su gestión incide decisivamente en la vida económica y política de sus países, y en los valores sociales.

Promover la ética asegura un comportamiento responsable y en consecuencia con aspiraciones personales legítimas. Se trata de una forma de hacer las cosas, de transformar vidas y ofrecer mejores perspectivas de desarrollo para nuestros países. La ética está próxima a la transparencia, y es indivisible de la buena gestión pública. Se trata de una suma de creación de oportunidades, de administración optima en los proyectos públicos y de la rendición de cuentas. Hablar de ética es hablar de una perspectiva en donde crece la igualdad, se promueve la gobernabilidad y se crea una distribución justa, con políticas responsables e iniciativas transparentes.

En tiempos de crisis se reformulan las estrategias, y se reafirman algunas, sólo algunas, convicciones. Una apuesta decidida por los principios éticos, es un elemento esencial para contribuir a la configuración de mejores personas, mejores gobiernos y mejores sociedades.