España, como el resto del mundo, se enfrenta a una rápida transición energética. Las conversaciones internacionales sobre el clima comenzaron hace tres décadas y, de acuerdo con los compromisos adoptados por la Unión Europea, en unas tres décadas más, la descarbonización debería ser casi completa. Estamos a mitad de camino y, por tanto, es un momento oportuno para hacer balance y decidir nuestro papel en esta transición. ¿Debe España ser un seguidor en el proceso de descarbonización? ¿O debe esforzarse en liderarlo?

El Protocolo de Kioto comprometió a Europa a reducir las emisiones en un 8%, pero permitió a España aumentarlas en un 15%, debido a que su nivel de desarrollo era entonces comparativamente más bajo. Sin embargo, en estos últimos años hemos demostrado nuestro potencial para liderar, sobre todo en el campo de las energías renovables. Reuniendo a destacados representantes de la OCDE, del gobierno español, del sector privado y del mundo académico, esta mesa redonda busca precisamente una respuesta a esta pregunta: si España debería liderar o no la próxima transición energética. El liderazgo requiere implementar políticas que, inevitablemente, tienen costes económicos a corto plazo, pero podrían merecer la pena a largo plazo. Alternativamente, España podría retrasar la transición energética tanto como sea posible. Si bien esta estrategia es inmediatamente rentable, sus méritos futuros quizá sean discutibles.