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David MacMillan (Nobel de Química 2021): “La catálisis va a resolver el problema de la energía, es la única vía que tenemos para ello, es el futuro, es evidente”
Ciencias de la Vida y de la Materia Publicado el 17/11/2023
El científico escocés (Bellshill ,1968) recibió el premio Nobel de Química en 2021 junto a su colega Benjamin List por el desarrollo de la organocatálisis asimétrica.
Madrid. 17 de noviembre de 2023. David MacMillan (Bellshill, Escocia, 1968), premio Nobel de Química 2021, no hubiera ido a la universidad si no hubiera sido por su hermano mayor. En su población de poco más de 20.000 habitantes, dedicada a la metalurgia, nadie se planteaba otro futuro que no fuera trabajar en una de esas plantas. Pero el hermano mayor se empeñó y estudió Físicas. “Cuando terminó la carrera y nuestro padre vio el salario que consiguió en su primer contrato, decidió que yo también tenía que seguir los pasos de mi hermano”. Así lo ha recordado en la conferencia que ha ofrecido en la Fundación Ramón Areces, organizada con la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y la Universidad de Alicante. Seguramente por eso, cuando obtuvo el premio Nobel de Química en 2021 por el desarrollo de la organocatálisis asimétrica junto a Benjamin List, decidió destinar su medio millón de euros del galardón a crear una fundación para ayudar a los jóvenes sin recurso de Escocia a ir a la universidad. “Desde entonces, hemos facilitado los estudios a varios alumnos y también hemos conseguido más fondos de otros donantes”, ha afirmado.
MacMillan ha aprovechado para recordar sus inicios y explicar qué busca su campo de investigación. “Todo lo que vemos a nuestro alrededor es el resultado de una reacción química. Cada reacción química necesita energía. Usamos un diagrama energético de cada uno de esos elementos. Imaginemos que todos los días cuando regresas a casa del trabajo tienes que recorrer una colina, algo que consume energía. Si construyéramos un túnel para evitar esa colina, ese túnel sería la catálisis. Este proceso hace que las reacciones químicas sean más eficientes y rápidas y permite también que muchas reacciones químicas sean posibles”, ha explicado.
Sobre el impacto económico de su actividad, también ha aportado un par de cifras: “El 90% de las reacciones de escala industrial usa la catálisis. El 35% del PIB del mundo se basa en la catálisis”. Y se ha atrevido también a confirmar que uno de los mayores problemas de la actualidad, el cambio climático, también se superará gracias a esas investigaciones: “La catálisis va a resolver el problema de la energía, es la única vía que tenemos para ello, es el futuro, es evidente”.
En un tono muy divulgativo, David MacMillan ha explicado cómo durante su doctorado en la Universidad de Harvard comprobó que, para trabajar con esas reacciones químicas con metales, era necesario tener las manos protegidas con guantes en una caja de cristal. Se preguntó por qué no probar con otras moléculas orgánicas. “Muchos metales se pueden descomponer, otros son tóxicos, otros no son sostenibles, así que es complicado trabajar con ellos. Pero las moléculas orgánicas son baratas, seguras y sostenibles. Lo llamaron organocatálisis. Extraíamos esas moléculas del aire y de la naturaleza y las podíamos trabajar fuera de la caja de los guantes. Además, nos producían otros muchos resultados. Desde entonces, y al sumarle las aminas, logramos más de 300 nuevas reacciones”, ha expresado a modo de balance.
Una vez explicado estos logros, MacMillan ha querido dedicar buena parte de su intervención a recordar cómo le ha cambiado la vida haber obtenido el premio Nobel. Ha llegado a mostrar los mensajes de texto que recibió en su móvil a las cinco de la mañana cuando su colega Benjamin List y la Academia sueca de Ciencias intentaban localizarle para anunciarle el dictamen del jurado. “Me desperté, pensé que era una broma y seguí durmiendo otros 40 minutos. Cuando fui a la cocina a desayunar y encendí el ordenador ya vi en el New York Times la noticia y una caricatura de mí y de List”. A partir de ahí, MacMillan ha querido repasar algunas de las situaciones curiosas que le ha tocado vivir. “Cuando vas a Estocolmo, te meten en el despacho de Alfred Nobel y te hacen firmar en el libro de los Nobel. Allí han escrito Einstein, Curie… y encuentras que tú también tienes una página con tu nombre para que escribas lo que consideres”.
Entre otras situaciones vividas en estos dos últimos años, recuerda una entrevista que le hicieron para la BBC, en la que le preguntaron que si él había creado las moléculas. “¡No! Eso lo hizo Dios”, respondió. “Cuando ganas el Nobel, la gente se cree que eres la Wikipedia y que lo sabes todo y entonces te preguntan sobre todo tipo de cosas”, ha añadido. “Ganar el premio Nobel también me ha permitido conocer a gente fantástica, como Alex Ferguson, o que me invitara mi equipo de fútbol al campo y me ofreciera entrada gratis de por vida”, ha explicado entre risas. En un tono más serio, ha recordado cómo la concesión del Nobel también le ha permitido impartir lecciones de química por videoconferencia a estudiantes ucranianos que estaban aislados. “Es fascinante ver ese entusiasmo en ellos pese a la dramática situación que siguen viviendo”.
Entre otros reconocimientos, ha recordado también lo sucedido una vez en Londres: “Estaba en Corea y me llamaron porque la Reina de Inglaterra quería nombrarme Sir. ¿Se imaginan lo que significa eso para un escocés? Así que fui allí y cuando el príncipe Guillermo me puso la espada en el hombro, me dijo que le habían comentado que estaba trabajando para extraer el plástico de los océanos. Como no me pareció oportuno llevarle la contraria, seguí hablando del tema…” A esa ceremonia, como a la de entrega de los premios Nobel, fue ataviado con el tradicional kilt escocés. “Nunca me había puesto uno y siempre me gusta enseñar esta foto con la medalla del Nobel, con mi familia y el kilt. Me quedaba muy estrecho, parecía un modelo de kilt ‘pitillo’ porque tenía que andar dando pasitos cortos. Así estuve todo el día. Y cuando terminó todo, a un amigo se le ocurrió tirar de un hilo y entonces el kilt se abrió. Venía así de la sastrería y era necesario tirar de ese hilo para que obtuviera su forma real. Así que esta foto, que por un lado muestra el mayor logro de la inteligencia, obtener el premio Nobel, también refleja el colmo de la estupidez humana”.
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