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Expertos del MIT analizan ‘Los desafíos críticos de los líderes empresariales’

Ciencias Sociales Publicado el 14/11/2025

 “Las políticas que restringen la inmigración amenazan la ventaja histórica de Estados Unidos para atraer y retener el mejor talento mundial, lo que podría impactar su liderazgo en innovación y patentes”. 

  • Kenneth Oye: “Las políticas que restringen la inmigración amenazan la ventaja histórica de EEUU para atraer y retener el mejor talento mundial”.
  • George Westerman: “La tecnología cambia rápido, pero las organizaciones lo hacen de manera mucho más lenta”.
  • Nick van der Meulen: “La IA es un motor que necesita un vehículo y, sobre todo, un conductor experimentado que nos lleve al destino al que queremos llegar”.

Madrid. 14 de noviembre de 2025. “Las políticas que restringen la inmigración amenazan la ventaja histórica de Estados Unidos para atraer y retener el mejor talento mundial, lo que podría impactar su liderazgo en innovación y patentes”. Así lo ha puesto de manifiesto Kenneth Oye, profesor de Ciencias Políticas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en el simposio ‘Los desafíos críticos de los líderes empresariales’, organizado hoy en la Fundación Ramón Areces con tres expertos de esta institución.

En una primera sesión dedicada a analizar la geopolítica y el actual clima para los negocios, este experto ha añadido que “existe una amplia oposición a las restricciones de visados en EEUU, tanto de la industria como del mundo académico, ya que ambos sectores dependen del talento y la mano de obra inmigrante”. Y ha aportado un dato real para confirmar los efectos de esta política: las remesas a México, que representan el 5% de su PIB, han disminuido entre un 15% y un 20% como consecuencia directa de estas políticas migratorias. Para este investigador del MIT, “la restricción de visados limita particularmente la llegada de profesionales de alto nivel, afectando a sectores que dependen del talento altamente calificado”.

Desde su punto de vista, “las empresas que actúan de forma aislada tienen una capacidad limitada para mitigar los riesgos sistémicos actuales, como la volatilidad política y regulatoria”. Por ello, ha recomendado a las compañías la formación de consorcios transnacionales que les permitan influir en las políticas y compartir costes. Recomendó asimismo adoptar estrategias de adaptación planificada, aceptando que se cometerán errores en la creación de escenarios, y crear mecanismos para detectarlos y corregirlos rápidamente”.

Oye ha recordado que la integración de los mercados de capitales ha eliminado las diferencias en los tipos de interés real, pero ha aumentado el riesgo de contagio de crisis financieras. “A principios del siglo XXI, las diferencias en los tipos de interés real entre países prácticamente desaparecieron, lo que indica un mercado de capitales global totalmente integrado. La alta integración financiera aumenta el riesgo de un rápido contagio de crisis financieras entre países, similar a la propagación de un incendio”. Y ha concluido explicando que esta interconexión obliga a los países a gestionar activamente la estabilidad financiera para prevenir crisis sistémicas, ya que las crisis pueden ser un efecto secundario de las políticas actuales.

George Westerman, investigador principal en MIT Sloan School of Management, ha analizado cómo los actuales líderes pueden sacar más partido a la Inteligencia Artificial (IA). Tras constatar que esta tecnología ya está redefiniendo la creación de contenidos, la gestión comercial y el desarrollo de software, ha destacado que “la integración de capacidades inteligentes en plataformas empresariales es transversal”. “En codificación, se han compartido cifras que apuntan a incrementos del 39% en productividad con herramientas asistidas por IA, sin detrimento de la calidad”, ha apuntado Westerman.

Este ingeniero y profesor de la escuela de negocios del MIT se ha referido a la Ley de Moore sobre el crecimiento exponencial de la capacidad de cálculo para recordar que “en cinco años nuestra tecnología será diez veces más potente que ahora”. “Hay que estar preparados para encarar esta posible brecha entre la aceleración tecnológica y el aprendizaje humano lineal. De ahí la necesidad de llevar a cabo una gestión del cambio a todos los niveles, liderada por la Alta Dirección. Mencionó lo que denomina la ley Westerman, según la cual “La tecnología cambia rápido, pero las organizaciones lo hacen de manera mucho más lenta” No se trata de un problema tecnológico. Lo que importa es gestionar la transformación”, insistió.

Su discurso ha avanzado hacia la nueva ola ‘agentes de IA’, sistemas que trabajan con objetivos, planifican, tienen memoria y usan herramientas internas y externas, capaces no solo de sugerir, sino también de tomar decisiones. “Este es el año de los agentes de IA”, ha afirmado. Durante su intervención en la Fundación Ramón Areces, ha puesto varios ejemplos de su uso en distintos sectores. “Ya hay una aseguradora que vende el 98% de sus pólizas y gestiona el 50% de sus siniestros sin intervención humana, reservando solo los casos complejos para las personas”. En distribución alimentaria, la IA se aplica en todos los procesos, desde la gestión de almacenes y del inventario hasta gestiones de venta personalizadas basadas en el historial de cada cliente. Puso como ejemplo a Home Depot, que pone a disposición de los clientes asistencia a través de herramientas de IA, sin necesidad de recurrir a los asesores presentes en la tienda: “Vete a la zona tal de la tienda, en el pasillo tal y ahí encontrarás lo que buscas… aquí tienes además un vídeo que te va a enseñar cómo funciona el producto”.

De esta manera, la ventaja competitiva en las empresas no vendrá de seleccionar una tecnología novedosa, sino de identificar qué problema concreto se desea resolver, seleccionar a continuación la tecnología más adecuada, y gestionar el cambio, rediseñando los procesos y liderando el aprendizaje de las personas. Y ha recomendado una adopción gradual que requiere visión y pragmatismo: “Es como cambiar un neumático… hay que ir ajustándolo poco a poco y luego al final todo encaja en su sitio”. “Hay que estar preparados para ir aprendiendo según vamos avanzando… Y tenemos que estar dispuestos a aprender constantemente, porque esto es algo imparable”.

Por último, Nick van der Meulen, investigador científico en el Centro Sloan para la Investigación de Sistemas de Información del MIT, ha titulado su intervención ‘El futuro del trabajo y el rol de la IA en la transformación organizacional’. Lejos de las promesas de soluciones automáticas, el mensaje central ha sido claro: “La IA es un motor que necesita un vehículo y, sobre todo, un conductor experimentado que nos lleve al destino al que queremos llegar. La IA no es algo mágico”.

Ha hablado Van der Meulen sobre la urgencia de incorporar capacidades digitales y humanas de manera estratégica. “Use la Inteligencia Artificial o será usted despedido”, es un titular del ‘Wall Street Journal’. Hay que procurar un equilibrio, entre el entusiasmo desmedido y el pesimismo extremo. Frente a estos polos, este experto del MIT ha defendido un modelo operativo aumentado por la IA, capaz de potenciar funciones y resultados sin perder el foco en las personas. “La IA necesita la gente, y eso es lo primero de lo que tenemos que hablar”.

Este experto ha añadido que muchas empresas carecen aún de una visión clara sobre cómo la IA transformará sus modelos de negocio y sus procesos, pese a los avances acelerados de los últimos años. “A esto se suma la presión por nuevas formas de trabajo: agilidad, colaboración global, toma de decisiones basada en datos e innovación continua a velocidad vertiginosa. El reto humano es mayúsculo”. Y ha mencionado un estudio del World Economic Forum publicado este año, según el cual el 59% de los trabajadores a nivel mundial requerirá reciclaje o la mejora de sus habilidades para 2030.

Para Van der Meulen, el futuro del empleo se construye desde una estrategia conjunta. “Con liderazgo activo, claridad de propósito y una cultura que aprende rápido, la IA puede ser el motor que acelere la competitividad, siempre y cuando el vehículo esté bien diseñado y las personas al volante sepan adonde quieren llegar. Hay que proponer modelos de IA aumentada con el ser humano en el centro, definiendo claramente qué hace mejor la tecnología y qué hacen mejor las personas, estableciendo marcos de capacidades priorizadas”, ha concluido.

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