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Expertos mundiales reivindican planes específicos para abordar la depresión en el trabajo

Ciencias de la Vida y de la Materia Publicado el 14/06/2016

Fomentar la prevención, el diagnóstico precoz, facilitar el acceso a los tratamientos y sobre todo una recuperación efectiva y gradual constituyen las claves para la reducción de su impacto.

La Fundación Ramón Areces y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental reúnen hoy en una jornada internacional, bajo el título Prevención y abordaje de la depresión en el ámbito laboral, a prestigiosos especialistas como Jerónimo Saiz, coordinador de la Jornada y jefe de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal; Miquel Roca, presidente de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental; Pere Ibern, profesor de Economía de la Salud en la Universidad Pompeu Fabra, y David McDaid, profesor de Economía en la London School of Economics.

Esta jornada pone el énfasis en la magnitud e incidencia de la depresión, que puede llegar a afectar a una de cada cinco o seis personas a lo largo de su vida según la Organización Mundial de la Salud. Como afirma José María Medina, vicepresidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces, "la depresión y el bienestar psico-social es un tema de gran importancia cuyo abordaje debe situarse como una prioridad en el debate público y científico". En este sentido, Jerónimo Saiz resalta que "esta enfermedad no sólo es un problema estrictamente sanitario, sino que se enmarca dentro de un contexto amplio relacionado con el bienestar de los pacientes, sus familias y la sociedad en conjunto".

El coste anual de la depresión en España es de 10.000 millones de euros, lo que representa en torno al 1% del Producto Interior Bruto (PIB)

Por su lado, Miquel Roca, apunta a la dificultad para el reconocimiento de los síntomas o el infradiagnóstico como los principales obstáculos para su tratamiento eficaz: "Todo ello provoca que la discapacidad causada por la depresión sea muy alta y en un importante porcentaje de casos se convierta en un trastorno de larga duración, con recaídas y recurrencias". Así mismo, explica que las empresas no suelen disponer de programas eficaces de prevención y detección, aun cuando "más del 75% de las personas con depresión está en edad de trabajar". 

En declaraciones previas a la Jornada, Dinesh Bhugra señaló otro importante problema: la falta de apoyos por parte de las instituciones: "La salud mental se encuentra alejada de las prioridades de la Administración, algo que resulta incomprensible cuando se trata de una patología tan importante y con tanta incidencia social". En esta línea, reclama desarrollar planes específicos para situar el bienestar emocional de los trabajadores como una prioridad tanto de empresas como de Gobiernos.

Los economistas Pere Ibern y David McDaid analizan las magnitudes económicas, empresariales y laborales de la enfermedad. El primero de ellos destaca que el coste de la depresión puede alcanzar, en España, los 370 millones de euros sólo en costes directos, sin olvidar los costes indirectos, que "constituyen aproximadamente el 65% de los costes totales de la enfermedad". David McDaid, por su parte, centra su intervención en la productividad de los trabajadores: "La depresión tiene importantes efectos además de por las bajas médicas que provoca, por la merma en la productividad de los trabajadores, lo que se conoce como 'presentismo'". Así, ofrece datos relevantes, como el coste de la patología en la Unión Europa, que alcanza los 92.000 millones de euros al año. En España, el impacto económico supone más de 10.000 millones de euros anuales (alrededor del 1% del PIB), lo cual subraya la necesidad de combatirla no sólo por el factor humano, sino también por la sostenibilidad del sistema.

A modo de conclusión, los ponentes coinciden en la necesidad de difundir en la sociedad y las empresas un clima en el que se pueda hablar con libertad de los problemas de salud mental, al igual que se hace de las enfermedades somáticas, para evitar así el estigma y el aislamiento. Para ello, proponen modelos de reinserción laboral en el que los trabajadores pueden acceder gradualmente a sus puestos de trabajo, lo cual beneficia tanto a las empresas como a los propios empleados, tal y como se ha demostrado en algunos países, entre ellos el Reino Unido.

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