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José Viña: “El sistema sanitario debe cambiar para abordar bien la vejez”
Ciencias de la Vida y de la Materia Publicado el 25/11/2020
En el coloquio online celebrado en la Fundación Ramón Areces sobre "Cómo vivir para envejecer mejor, incluso en tiempos de pandemia", el catedrático de Fisología de la Universidad de Valencia, José Viña, apunta "que en 2050, la mitad de la población cuidará de la otra mitad".
Madrid. 25 de noviembre de 2020. El catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, José Viña, se ha mostrado a favor de “introducir reformas en el sistema sanitario para adaptarse a los nuevos tiempos, marcados por el envejecimiento de la población”. “El sistema de salud actual está pasado de moda y de realidad. El centro de salud o ambulatorio de la Seguridad Social que fue diseñado en los años 50 y 60 requiere un cambio radical para adaptarse a las nuevas necesidades de los pacientes, para abordar bien la vejez”, ha añadido. Viña ha protagonizado una nueva ‘Conversación online’ organizada por la Fundación Ramón Areces, esta vez sobre ‘Cómo vivir para envejecer mejor, incluso en tiempos de pandemia’.
Este experto ha coincidido con el análisis que ha expuesto Leocadio Rodríguez-Mañas, director científico del CIBER Fragilidad y Envejecimiento Saludable-CIBERFES, del Instituto de Salud Carlos III: “Los sistemas de salud se desarrollaron en los años 50 del siglo XX y no han sido capaces de adaptarse a las nuevas necesidades de sus usuarios. Fueron diseñados para tratar enfermedades agudas que se presentaban de manera asincopada, que no dejaban secuelas y que afectaban a personas de 40 o 50 años. Ahora tratan en un 70% de su tiempo a enfermos de entre 70 y 85 años que sufren diferentes enfermedades ya crónicas que no se curan, que además van acompañadas de otras patologías y que dejan secuelas. No tiene nada que ver el modelo. Esta ineficacia e ineficiencia cuesta muchos miles de millones de euros y mucho sufrimiento”. Este experto en geriatría ha reclamado una mayor provisión de cuidados integrales, evitar “poner parchecitos”, como denuncia que se está haciendo en estos momentos y, “puesto que hablamos de dolencias crónicas, un cuidado continuado”.
Leocadio Rodríguez-Mañas: “Los sistemas de salud se desarrollaron en los años 50 del siglo XX y no han sido capaces de adaptarse a las nuevas necesidades de sus usuarios”
José Viña ha aclarado que las promesas de algunas empresas o laboratorios de vivir 500 años son totalmente falsas. “La evidencia actual es que el límite se sitúa en los 111 años”. “Podría ocurrir en gerontología lo que ocurrió en la Física en 1900, cuando Lord Kelvin dijo que ya conocíamos casi todo de la Física convencional, que nos faltaban por conocer apenas unas cositas sobre la luz… y luego en 1900 llegó Max Planck y propuso la teoría Cuántica, y en 1905 Einstein aportó la teoría de la Relatividad General. Si llega a la gerontología un genio como Max Planck o Albert Einstein y la revoluciona, igual podemos vivir 150 o 200 años, pero con lo que tenemos hoy, es poco probable”.
A juicio de este investigador especializado en el envejecimiento, el gran problema es la calidad de vida: “Actualmente, lo normal es que uno se ponga enfermo a los 75 años y se muera a los 85 años. Lo ideal sería morir a los 110 y ponerse enfermo a los 109. Sería horroroso si viviéramos 110 y nos pusiéramos malos a los 70 y tuviéramos por delante más de 30 años de dependencia”. Y ha aportado un dato para la reflexión en este sentido: “España es ya el país del mundo con mayor longevidad, pero ocupamos la 17ª posición en longevidad libre de dependencia y esto es un asunto preocupante. En el año 2000 se predijo que un tercio de las personas que ahora tiene más de 65 años sería dependiente. Si continuamos en esta línea, en el año 2050 será la mitad, lo que significa que la mitad de la población cuidará de la otra mitad: o yo te cuido a ti o tú me cuidas a mí y no podremos hacer otra cosa más que cuidarnos unos a otros”.
En este punto, José Viña se ha preguntado qué tenemos que hacer para llegar a esa situación. “Cuidarse es una responsabilidad individual, algo altruista, no egoísta”. Aunque ha dejado claro que no le gusta hablar de economía en estos casos, ha recordado que un anciano dependiente cuesta 14.000 euros al año y un anciano vigoroso 900. Y ha aportado un último dato: el Gobierno de España publicó en agosto de 2020 que había en nuestro país 1.344.369 personas dependientes, de las cuales más de 234.577 no tenían ninguna prestación. “Hay que luchar para evitar esta situación porque el envejecimiento de la población nos supone más desigualdad, más enfermedades crónicas y el sistema no es sostenible”, ha comentado.
Viña ha aportado, durante su intervención en la Fundación Ramón Areces, una serie de pautas para alcanzar una vejez lo más saludable posible. Y así se ha referido, por ejemplo, al estrés y a la necesidad de controlarlo. “Un poco de estrés es saludable, pero también engancha y mata y es necesario buscar la tranquilidad y la paz interior. Si el estrés te supera, entonces es dañino”. Ha recomendado dedicar 20 minutos de respiración consciente o meditación porque “no solo reduce ese estrés, sino que aumenta la creatividad y baja la ansiedad”. También ha añadido que se ha demostrado que ser optimista ayuda a vivir más. Y ha hablado del necesario reposo: “Dormimos poco, en las ciudades no se hace de noche nunca y hay que saber prepararse para el sueño. Por ejemplo, para prevenir el deterioro cognitivo, es recomendable dormir de 6 a 8 horas diarias”. En cuanto a la práctica de deporte, ha señalado que el ejercicio actúa como un medicamento para llegar a esa vejez saludable, pero que practicarlo hasta el agotamiento es malo porque aumenta el estrés oxidativo. Todos los estudios sobre el ejercicio coinciden: reduce la fragilidad y baja el número de visitas al médico de atención primaria a la mitad”. Asimismo, ha recomendado que sea personalizado, multicomponente y, a ser posible, social. Y ha mostrado cómo ayuda a mejorar la cognición: “Ante el Alzheimer, lo mejor es el ejercicio físico”.
José Viña: “Cambiemos la manera de ver el envejecimiento y veámoslo como un reto. La madurez puede ser un lugar de gran felicidad porque ya conoces tu lugar en el mundo”
Sobre la alimentación, ha mostrado su preocupación sobre el hecho de que comemos demasiado y también sobre cómo los mayores no suelen detectar bien la necesidad de ingerir líquido y no se hidratan lo suficiente. “Hay muchos mitos sobre la alimentación, pero se sabe por ejemplo que el vino, con moderación, alarga la vida. Estamos pendientes de publicar los resultados del primer estudio que se ha realizado al respecto sobre una población humana controlada, en concreto en un grupo de religiosas a las que les hemos dado dos vasos de vino al día. Hemos comprobado que genes de longevidad como el P53 aumentaron mucho”, ha adelantado Viña.
En esa especie de decálogo para alcanzar una vejez saludable, el doctor Viña también ha recomendado, por ejemplo, “huir de las relaciones tóxicas y sonreír más”. “También, siguiendo las recomendaciones de Sócrates, Buda y Jesucristo, para poder ser feliz es necesario eliminar el odio de la vida”, ha añadido. Sobre el trabajo, ha pedido aumentar la creatividad y encontrar espacios para pensar. “No debemos pedirle a la jornada laboral más de lo que es posible y eso es algo que también nos permitirá reducir el estrés”.
También se ha referido Viña a cómo está afectando el virus Sars-Cov-2 fisiológicamente a los mayores. “Uno de los genes de más interés para estudiar la longevidad es el receptor de la angiotensina, vinculado al ACE2, que es el que evita la fibrosis pulmonar, y que es el que elige precisamente el virus como receptor. Es importante que estimulemos este receptor porque de lo contrario el virus lo satura y anula su papel vasodilatador. Hemos hecho estudios transcriptómicos y hemos detectado que hay genes que modulan favorablemente este receptor. Lo podemos activar con vitamina D, con ejercicio físico, eliminando el tabaco, evitando la diabetes... Así que incluso en esta época de pandemia debemos promover una vejez saludable”.
En su conclusión, José Viña ha reducido todos los consejos para lograr un mejor envejecer a tres: “Comer la mitad, andar el doble y reírse el triple. Estamos convencidos de que cuando cambias la manera de mirar las cosas, las cosas cambian. Cambiemos la manera de ver el envejecimiento y veámoslo como un reto. La madurez puede ser un lugar de gran felicidad porque ya conoces tu lugar en el mundo”, ha asegurado.
En esta Conversación online también ha intervenido el doctor Manuel Castillo, de la Universidad de Granada. Tras reiterar la necesidad de seguir un decálogo de hábitos saludables, ha aportado que cuando se habla de ejercicio, también hay que incluir al mental, seguido del adecuado descanso y la recuperación. “Tenemos que aprovechar cualquier momento para romper con el sedentarismo y movernos. Cada cierto tiempo debemos levantarnos y esto incluye tener el mando a distancia a distancia de la mano, para que cada cierto tiempo nos obliguemos a cambiar de postura y dar unos pasos”. Castillo ha señalado que en la vejez se puede disfrutar de muchas cosas y ha citado a Gabriel García Márquez en ‘El amor en los tiempos del cólera’: “Lo que nos falte por edad que nos alcance por carácter y nos sobre por diligencia. Diligencia para vivir muchos años y carácter para disfrutarlos como nos corresponde”.
La catedrática de Fisiología de la Universidad Complutense, Mónica de la Fuente, ha puesto el énfasis en la necesidad de seguir una serie de recomendaciones de hábitos. “Siempre digo que para alcanzar un envejecimiento saludable hay que mantener las cuatro patas de una mesa: evitar actitudes nocivas (excesos de tabaco o falta de sueño), desarrollar una buena actividad física y mental; tener una buena dieta y en la cuarta pata hablo de tener una buena actitud ante la vida, de intentar ser feliz, de mantener buenas relaciones sociales…” De la Fuente ha insistido en la motivación y ha recordado el espíritu o mentalidad que inspira a los centenarios en Japón, que les lleva a levantarse cada mañana pensando en las cosas que tienen que hacer y a sentirse feliz con esos propósitos. “La felicidad no está en las cosas que se hacen, sino en cómo se hacen. A ese punto tenemos que trasladar toda la motivación para que nos satisfaga lo que hacemos. Está demostrado que todo esto produce una mejor salud. Otro aspecto importante es el manejo del tiempo, que además para cada persona es diferente. Hay personas a las que les falta algo más de marcha y otras a las que hay que pararlas un poco”, ha señalado.
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